Es marca destacada: No
Autor: Marcel Schwob
Cantidad de libros por set: 1
Colección del libro: Tragedia
Tapa del libro: Blanda
Material de la tapa del libro: cartulina sulfatada 220g
Edición del libro: 1a
Género del libro: Literatura y ficción
Editorial del libro: ediciones librerias Fausto
Serie: tragedia
Tamaño del libro: Bolsillo
Subgéneros del libro: Cuentos fantásticos,Fantástico,Tragedia
Subtítulo del libro: Y OTROS CUENTOS FANTASTICOS
Título del libro: El Rey De La Mascara De Oro
Versión del libro: 1a edición
Volumen del libro: 1
ISBN: 9788420440422
Altura: 18 cm
Es marca TOM: No
Escrito en imprenta mayúscula: No
Condición del ítem: Usado
Idioma: Español
Tipo de narración: Cuento
Cantidad de páginas: 128
Año de publicación: 1974
Altura del paquete del seller: 36 cm
Largo del paquete del seller: 9 cm
Tipo de paquete del seller: Con embalaje adicional
Peso del paquete del seller: 1272 g
Ancho del paquete del seller: 25 cm
SKU: LTU1020
Traductores: Víctor goldstein
Peso: 200 g
Ancho: 13 cm
Con realidad aumentada: Sí
Con páginas para colorear: No
Con índice: Sí


Los cuentos de Marcel Schwob, escritos bajo la influencia de Robert Louis Stevenson y Edgar Allan Poe, no tienen parangón en la literatura: en ellos, la fantasía, la sensualidad y el horror alcanzan sus cotas más elevadas Marcel Schwob (Chaville, Francia, 1867-1905), escritor clave del París de fin de siglo, escribió toda su obra entre los veinticuatro y veintinueve años en una prosa que aspiraba a ser lo más clara y neta posible, y que a su amigo Rémy de Gourmont le parecía de "una sencillez pavorosamente compleja" La búsqueda de lo individual y la diferencia fueron siempre su principal premisa estética. Por eso, no es de extrañar que Valéry y Borges hayan declarado haber seguido alguno de sus originales procedimientos literarios Su imagen de hombre enfermizo, siempre rodeado de libros, es tópica, pero hay dos hechos que sobresalen y elevan el tono vital de su biografía: su amor por una prostituta que encontró una noche en las calles de París, y a quien una vez muerta llamaría Monelle, y su amistad literaria con Stevenson, al que sólo llegó a conocer por correspondencia; su memoria provocó un largo viaje, al final de su vida, ya enfermo, rumbo a Samoa, con el objeto de ver su tumba y recorrer las lejanas tierras que tantas veces había soñado